FIB 2008
Mas que una entrada en Agenda Conciertos, es una reflexión sobre el pasado Festival Internacional de Benicassim, que, pese a las dudas que a priori suscitó el cartel, se convirtió en una grata experiencia.
El principal motivo para ir al FIB este año fue por la selección, dentro del Festival de Cine que se celebra paralelamente, del corto "Madrid" dirigido por nuestro amigo (y ya habitual en nuestras entradas) Carlos Tomás de Portillo. No ganó, pero pasamos buenos ratos y grandes siestas con el aire acondicionado de la sala de proyecciones, que en las extremas condiciones de precaria higiene y sofocante calor en las que nos encontrabamos, era muy de agradecer. La verdad esque la organización del Festival de Cortos dejó mucho que desear, tanto en la selección de las proyecciones como en el fallo del jurado (?), pero ese no es el motivo de esta entrada.
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De vuelta a los conciertos, esta edición fue una sucesión de numerosas sorpresas y alguna que otra decepción. Por una cosa o por otra, como siempre pasa en este tipo de eventos, te acabas perdiendo momentos interesantes como los conciertos de New York Dolls, Babyshambles, Hot Chip, Death Cab for Cutie, Micah P Hinson o, maldita sea, Justice. La lista es larga y, si no fuera por mi desconocimieto de muchos grupos, lo sería mas aun. Pero vivimos otros momentos grandes e inesperados.
El primero que se me viene a la mente fue nuestra entrada, casi sin querer, en la carpa en la que un tipo alto en medio del escenario empezaba a hacer bailar a miles de personas. Era Guille Milkiway enlazando una tras otra canciones de su "banda" La Casa Azul. Tras temas como Superguay o Chicle Cosmos, me preguntaba que es lo que tendrá ese hombre orquesta para hacer saltar a tanta gente con frases del estilo "un granito de arroz, una micra, un neutrón, un paramecio, un microchip nipón...". Y para colmo, se pone a cantar Love is in the Air. Enormemente divertido.
Siguiendo con los grupos divertidos, me sorprendió profundamente la actuación de Mika. Desparpajo y dominio del escenario es lo que demostró en un recital de saltos, carreras, gritos, colores y hits que soltó en su hora y pico de actuación. La mayor parte del público iglés estaba volcada con él, pero hasta los mas recelosos fibers españoles acabaron bailando al ritmo de temas como Lollipop o Grace Kelly. Un gran showman, sin duda.
A la altura de lo esperado estuvieron bandas como Vive la Fete, Yelle, Heavy Trash, The Nationals o Lori Meyers, o djs como Erol Alkan.
Y también estan las decepciones. La primera, The Kills. No es que estuvieran mal, pero el punto fuerte que tiene este grupo, la quimica que desprenden cuando tocan en directo, se perdió, en mi opinión, en la inmensidad del Escenario Verde. En una sala pequeña pueden ser fabulosos pero, o no fueron capaces de conectar con el público, o su musica no es apropiada para un entorno de esas características. No consiguieron meter al personal en su atmósfera y nos acabamos aburriendo. Tambien me decepcionaron bandas como My Bloody Valentine (o eres un apasionado de su música o no hay quien aguante un concierto suyo, por mucha influencia que hayan ejercido en grupos posteriores), Gnarls Barkley (¿alguien me explica por que eran cabeza de cartel?) o el insoportable Morrisey.
Para el final dejo dos nombres propios, Jack White y Leonard Cohen. En el concierto de los Raconteurs, Brendad Benson, a pesar de su innegable talento, no dejó de ser un acompañante de lujo para el lucimiento de Jack White, todo un genio. Los mejores solos que se oyeron en el festival (por momentos, de los mejores que he oido yo en directo) salieron de la guitarra del White Stripes, que, si no recuerdo mal entre la emoción, los saltos, la cerveza y el calor, la acabó regalando al público. Realmente genial.
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Pero el verdadero trinfador del FIB fue un hombre de 74 años que se enfrentó en el atardecer levantino de la última jornada del festival a un batallón de fibers que estaban espectantes por ver "que tal es ese tipo que le gusta a mi padre". Uno de los mejores conciertos a los que he asistido en mi vida, uno de los mas emotivos. Apareció vestido con pantalón, camisa, chaleco y sombrero gris y comenzo a moverse ligeramente al ritmo de las primeras notas de Dance me to the end of love. De inmediato, los 35.000 festivaleros que llenaban el Escenario Verde se callaron, dejaron las cervezas, abrieron los ojos comenzaron a prestar atención a lo que estaba haciendo esa leyenda de la música. Con Suzzane, Hallelujah y So long Marianne llegaron los momentos mas intensos, pero fue una hora de puro placer para los oidos. Yo, que no era gran aficionado a la música de Leonard Cohen, me he vuelto un fanático tras escucharle con esa voz, que voz...
En difinitiva, toda una experiencia de música, arte, calor, arena, playas y gente divertida dispuesta a, como siempre, pasarselo bien.
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Gonzalo
1 comentario:
Gon...leyendo esto no puedo evitar morirme de envidia...
Queda pendiente un FIB juntos! lástima que ya sin Leonard...
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