Cómo los ricos y poderosos dan forma a nuestro mundo
Deyan Sudjic, Ed. Ariel
Crítico de arquitectura en The Observer, fundó la mítica revista Blue Print y dirigió la italiana Domus. Hoy es, además, director del Design Museum de Londres.
En este interesantísimo libro, analiza desde distintos ángulos las estrechas relaciones existentes entre el poder (político o económico) y la arquitectura, partiendo del uso de ésta por parte de los regímenes totalitarios (Hitler, Stalin, Mao...) hasta las megalómanas arquitecturas icónicas tan de moda hoy en día.
Con un discurso que no busca respuestas, sino que plantea diversas cuestiones para su posterior reflexión, parece caer en ocasiones en un somero sensacionalismo que, aunque no le beneficia, convierte el texto en algo realmente adictivo, que puede devorarse en un abrir y cerrar de ojos, y en el que no deja títere con cabeza (Miterrand, Blair, Bush...Koolhaas, Foster, Calatrava, Hadid...).
"Emil Hacha pasó revista a su segunda guardia de honor esa noche, al son del acompañamiento musical de otra banda militar, y subió la escalinata desde el patio hasta la alta y estrecha entrada de la Cancillería del Reich, flanqueada por un par de estatuas de bronce de cuatro metros y medio de altura de Arno Brecker que representaban a recios gigantes teutónicos desnudos. El que estaba a la izquierda de Hacha sostenía una espada en representación de la Wermacht, mientras que su compañero del otro lado, que simbolizaba al NSDAP, sujetaba una antorcha encendida. Por encima de la cabeza de Hacha, incrustada en la piedra alemana con la que se construyó toda la Cancillería, se alzaba un águila de bronce con una esvástica entre las garras. Cuatro columnas monolíticas dominaban la escalinata.
Hacha era un hombre de escasa altura, de sesenta y tantos años, con entradas y poco pelo, las cejas pobladas y problemas cardíacos. La subida, bajo la atenta mirada de los guardias de las SS con sus cascos de acero, guantes blancos y las bayonetas sujetas a los fusiles, le dejó sin aliento... Pálido, angustiado, mareado, hacha atravesó el vestíbulo, concluido sólo ocho semanas antes. Era exactamente el tipo de visitante para el que se había proyectado le Cancillería. Si alguna vez la arquitectura se había empleado como instrumento de guerra, era aquí.
La grandiosidad de la Cancillería formaba parte esencial de la campaña de Hitler para intimidar a Hacha y obligarlo a rendir su país. Después del patio, que por sí mismo era una suerte de representación del Estado nazi, se sucedía una compleja secuencia de espacios en el interior de la Cancillería, planificados con sumo cuidado para inducir en las visitas oficiales de Hitler un estado de ánimo concreto de intimidación. Tras un recorrido de cuatrocientos metros, a los visitantes les cabían pocas dudas acerca del poderío de la nueva Alemania.
Esta arquitectura era a todas luces un medio para llegar a un fin."
¡Y esto es sólo un fragmento del primer capítulo! os aseguro que no tiene desperdicio.
Alex
1 comentario:
Un recorrido de cuatrocientos metros...buahh, si te dejaramos a tus anchas...kilometros Alex, kilometros.
La verdad esque el libro tiene muy buena pinta, sugerente entrada Alex!!
Me solucionas unas cuantas tardes de Julio!
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