martes, 29 de abril de 2008

Filmoteca

Zardoz (1974)
De John Boorman

Filmada en 1974, al calor del reciente éxito del director con su película Deliverance, que es en mi opinión la más destacable de su filmografía, lo que le permite emprender con absoluta libertad este proyecto que él mismo se encarga de producir, con un reducido presupuesto, y que se rueda en Irlanda (County Wicklow), cerca de su lugar de residencia entonces. Otras obras suyas que hay que destacar son A Quemarropa (1967); la inolvidable Excalibur (1981), que reúne todas las virtudes de su cine, recreando una Edad Media épica, onírica y brumosa, que encaja a la perfección con la de los mitos artúricos; y La Selva Esmeralda (1985), ambientada en la Amazonia, amenazada por la voracidad de la civilización y a duras penas protegida por sus “invisibles” guardianes. John Boorman es sin lugar a dudas un director con un estilo propio, en sus películas se retrata al Hombre y al Animal, como ser tan racional como irracional -y Zardoz podríamos decir que trata básicamente de la lucha entre esos dos principios-, aunque suele siempre introducir en ellas alguna nota de componente sobrenatural, resultando con ello una especie de “realismo mágico”, por denominarlo de algún modo.

En el año 2293, la Tierra es un planeta devastado, habitado por hombres salvajes, quienes sufren los continuos pillajes de Los Exterminadores un grupo de violentos guerreros sometidos a los dictados de una inmensa cabeza voladora a la que adoran, Zardoz. Uno de esos Exterminadores, Zed, en un destello de racionalidad decide enfrentarse a la mágica aparición, lo que le lleva a descubrir la auténtica realidad: existen en el mundo pequeños oasis placenteros seccionados del resto por invisibles cúpulas fullerianas, los vórtices, habitados por individuos “superiores”, quienes han logrado superar sus instintos, mantenidos por sus esclavos exteriores, alcanzando con ello tanto la inmortalidad como el más absoluto tedio, una enfermedad que no logran superar. Zed se convierte en una especie de Némesis que aparece para destruir la injusticia imperante, una síntesis de los hombres exteriores y los desarrollados.

En el papel de Zed, el libertador, aparece un gran Sean Connery post-James Bond, quien reúne a la perfección el aire de violenta masculinidad que despierta los instintos de las adormecidas gentes del Vórtex. Como contrapunto femenino, la atractiva Charlotte Rampling, que gozó de relativa fama tras la película El Portero de Noche, de Liliana Cavani.

Aunque puede objetársele el haber envejecido regular, la película tiene una estética muy particular, que se ancla en el cine de serie B, con ese aire tan casero que podemos apreciar en decorados y vestimentas. Resultan especialmente atractivos y dignos de análisis esos edificios del Vórtex, construcciones del XIX en piedra de las que brotan parasitarias burbujas de látex. Hay que hacer también especial mención al refug

En este caso, no podríamos hablar de una gran película, pero sí de una película de un planteamiento tan original como desacomplejado, de los que invitan a la reflexión, y llena de elementos sumamente interesantes.

Alex

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